De manera resumida puedo decir que la lectura de este relato engancha por la forma en la que está escrita; sin embargo, lo que es en sí la trama resulta bastante lineal, con algún que otro fleco suelto que no termina de convencerme y algunos cabos que quedan sueltos porque la autora no llega a profundizar en ellos. Sí que destacaría el desenlace que da en las tres últimas páginas, así que cuidado a quienes tengan la manía de leer el final porque os destriparía la gracia del libro. 

La historia comienza presentándonos a dos investigadores de incendios que no reaparecerán hasta 200 páginas más adelante y los cuales no tienen en realidad tanta relevancia luego. No obstante, nos introduce de una manera muy natural en los acontecimientos que luego confluirán en la historia principal. En el siguiente capítulo Mi-Ae nos habla de manera indirecta de la historia de uno de los personajes secundarios: el asesino en serie Lee Byeong-do (no os asustéis por los nombre, que luego es fácil quedarse con quién es cada uno). A continuación, nos presenta a nuestra protagonista, la psicóloga forense Seon-gyeong en una de sus últimas clases como docente que está dando ese semestre en una universidad. Cabe decir que aunque sea psicóloga forense, no termino de creerme a este personaje en esa profesión porque ni en las entrevistas que posteriormente tendrá esta con el asesino en serie ni en los acontecimientos que le sucederán con su hijastra muestra signos de poner mucho en práctica lo que se aprende en Psicología bajo mi punto de vista. 

La hijastra, Ha-yeong, ya adelanto que da mala espina. Si bien se nos presenta como una pequeña de once años que acaba de salvarse de un incendio en el que han muerto sus abuelos maternos y cuya madre se suicidó un año antes de este suceso, las acciones que realiza y la forma de comportarse son un tanto perturbadoras más allá del supuesto trauma que todo ello le haya podido causar. Seon-gyeong se da cuenta del riesgo que tiene la pequeña de desarrollar patologías de mayor si no es tratada y por ello intenta cuidarla lo mejor posible, interesándose en hacerla sentir lo más cómoda posible. Y es que continuamente hace comparaciones de esta con la infancia del asesino en serie Lee Byeong-do, tratando así el tema de cómo la relación paterno-filial puede influir en la personalidad de una persona, en cómo tratan a los demás y lo que puedan llegar a hacer. 

El personaje del padre, Yun Jae-seong, es con el que menos he empatizado desde primera hora por el comportamiento tan raro que mostraba todo el tiempo. Aunque se nos presente como una persona cuya exmujer lo manipulaba con su propia hija para verlo, resulta raro el hecho de que nunca le hubiera hablado a su actual mujer, Seon-gyeong, de la pequeña y cómo era toda su vida anterior. Además, siendo médico su reacción cuando Seon-gyeong le propone llevarla a terapia también me chocó muchísimo, pero luego a medida que se van desvelando ciertos detalles todo termina cobrando sentido. 

En definitiva, es un libro que recomendaría, pero a sabiendas de que aunque la idea es buena, le falta algo más de profundidad en cuanto al aspecto psicológico se refiere. El ritmo puede decaer un poco a la mitad, pero el desenlace ya os digo que es lo que me ha hecho subirle la puntuación general, así que os animo a darle una oportunidad hasta el final. Me ha recordado mucho a "La paciente silenciosa", por si os sirve de referencia. 

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